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Sunday, June 10, 2012

Cuando se cierran las puertas… ¡no se puede perder la fe!

El sábado 26 de mayo de 2012, fue la actividad “Dejando huellas por una buena causa para El Hogar El Pequeño Joshua”. Nuevamente los estudiantes de 9no de la Escuela Central de Artes Visuales se unieron para dejar su huella con un hermoso mural, además llevamos ayuda que se recogió para el mismo (la ayuda fue de las necesidades del hogar).

Cada actividad es un proceso diferente y la logística de ésta en particular (por ser un poco lejos del área metropolitana) requería ser un poco más planificada. Un padre se hizo cargo de la ruta, estudió el mapa y fue el que llevó a su destino al primer grupo (yo lo seguí porque ni idea de donde era el Hogar), otra madre se hizo cargo de llevar al segundo grupo. Recoger la ayuda fue un poco difícil ya que los estudiantes terminaron las clases temprano, pero la gente se activó y muchos fueron los que se unieron para poder llevarles algo (no quería ir con las manos vacías), la directora del Hogar le pidió a la cocinera que fuera el sábado para que tuviéramos almuerzo caliente, hasta ahí todo iba de maravilla.

El fin de ésta actividad era pintar el mural en la sala del Hogar. Entregué cuatro (4) cartas solicitando donación para las pinturas y ninguna de las compañías me contestó (al día de hoy, ninguna). Yo confío en un Dios y un tiempo perfecto, pero el día se acercaba y yo sin la pintura, tenía ganas de llorar, estaba un poco ansiosa (cabe mencionar que nuestra organización opera solamente con las donaciones que recibimos). El martes antes de la actividad fui a una tienda para comprar la pintura con mi dinero (yo sé que Dios me ha bendecido en millones de ocasiones, así que lo haría con mucho gusto), hablé con el gerente de la tienda (por quien esperé por más de una hora, con la pintura en el carrito de compras y el cual sería mi quinto intento). El gerente, muy honesto, me indicó que “ya no estamos dando donaciones, son tantas las cartas que recibimos…tantas, que ya no damos nada”, dentro de mi me sentí frustrada, pero él muy amable me explicó las razones por las cuales ellos y otras grandes empresas ya no hacen donaciones. No quería quitarle más tiempo a esa persona que no tenía que darme explicaciones y muy amablemente lo hizo, así que le dije: “Gracias por haberme dedicado y atendido estos minutos (¡casi 30 minutos!), por explicarme sus razones para yo entender y saber que esperar” y me iba a ir (yo iba a comprar la pintura como quiera porque mi actividad se tenía que dar). El me miró y me dijo: “cuando vayas a pagar dile a la cajera que me llame” yo estaba con mi hija más pequeña, la miré y le dije: “creo que nos va a dar un descuentito” (mi hija estuvo con sus deditos cruzados toda la conversación que tuve con el gerente en espera de una ayuda). Llegué a la caja y le indiqué a la cajera que llamara al gerente.

Una vez la cajera marcó toda la compra que comprendía la pintura, rolos, brochas, bandejas, etc., llamó al gerente, luego que habló con él me mira y me dice: “se te va a dar el 50% de descuento de toda tu compra”, no sé que me dio, pero empecé a llorar, ella me miró y me dijo: “¿qué te pasa?” yo le dije que estaba llorando pero de felicidad.

Es muy triste saber que por personas que a veces no necesitan la ayuda y la solicitan se afecten los que verdaderamente sí la necesitan, que personas como yo que queremos seguir ayudando se nos cierren las puertas y se nos haga más difícil ayudar…no imposible, porque siempre hay un “ángel” que nos ayuda, que nos da la mano. Yo me frustré, más nunca perdí la fe, esa fe que es fuerte porque estoy haciendo un bien y nada puede salir mal, esa fe que es más grande que todas las puertas que se cierran, esa fe que me motiva a seguir adelante porque hay mucha gente que nos necesita.

Cada experiencia es diferente, tiene su propia historia, antes y después, muchas veces esas historias se quedan sin decir, pero tengo que exaltar la mano amiga que me ayudó, que vio en mí la necesidad de ayudar. Es una cadena, cuando una mano se une a otra para ayudar creamos una cadena y una vez uno comienza no termina.

Somos más, lo sigo diciendo, debemos prevalecer y dejarnos sentir. Ayudar no cuesta nada, el tiempo es gratis y bien utilizado es una gran inversión.

¡Hasta la próxima!
PS: Esten pendientes al próximo "blog" donde estaré resumiendo la actividad y mostrando las fotos del mural.


Estudiantes comenzando a pintar el mural